Claves para elegir el tipo de ejercicio físico más adecuado
Antes de valorar las ventajas de cada tipo de entrenamiento conviene preguntarse qué queremos conseguir; perder peso rápidamente, mejorar nuestro bienestar en general o un mayor rendimiento deportivo. Si elegiste la tercera opción, la respuesta también variará ampliamente según el tipo de deporte que practiques. Investigadores de la Universidad de Copenhague descubrieron que los dos tipos de entrenamiento influyen en la generación de hormonas de manera distinta
Existen principalmente dos tipos de entrenamiento. Por un lado, el ejercicio aeróbico o entrenamiento cardiovascular, así llamado porque usa gran cantidad de oxígeno para generar energía y quemar grasas y azúcares, Está asociado a periodos de esfuerzo de alta duración, intensidades moderadas a altas y un elevado ritmo cardiaco durante largo tiempo. Deportes como correr, remar, ciclismo, nadar o saltar a la comba son muy aeróbicos. El estudio de los investigadores daneses demostró que el entrenamiento cardiovascular produce hasta tres veces más de la hormona FGF, las cuales tienen una potencial función como fármaco de enfermedades como la obesidad, la diabetes y otros trastornos metabólicos
El entrenamiento cardiovascular es ideal como gimnasia para adelgazar por la gran cantidad de calorías que consume, siempre en intensidades moderadas y en intervalos de tiempo por encima de los 30 minutos. Otro magnífico beneficio es mejorar tu salud y resistencia cardiovascular y conseguir un corazón más sano. El ejercicio aeróbico reduce la presión arterial y limpia nuestras arterias aumentando la producción de colesterol HDL y reduciendo el colesterol malo (LDL)
Adicionalmente nos ayudará a mantener equilibrados los niveles de insulina, reduciendo la presencia de azúcar en sangre. También se ha demostrado que reduce la severidad y frecuencia de los síntomas provocados por el asma y disminuye el dolor crónico a aquellas personas que lo padecen. Otros beneficios contrastados son la mejora de la calidad del sueño y aumento de la autoestima
El ejercicio anaeróbico también depende del oxígeno, pero en menor cantidad y durante intervalos de tiempo más cortos. Está asociado con la realización de esfuerzos en intensidad moderada o alta como los ejercicios de fuerza, levantar pesas, crossfit, entrenamiento funcional, la calistenia o incluso correr cortas distancias a alta velocidad. Para una correcta regulación y mejora de los resultados es aconsejable realizarse previamente una prueba de esfuerzo y conocer nuestro umbral anaeróbico en relación a nuestro ritmo cardiaco

Hacer entrenamiento de fuerza nos permitirá tonificar músculos, definirlos y endurecerlos mientras también eliminamos grasa. En intensidades más altas y con una alimentación adecuada podemos incluso hacer crecer el músculo, en volumen y resistencia. Adicionalmente mejorará la salud y la resistencia de nuestros huesos y articulaciones, evitando enfermedades como la osteoporosis. El ejercicio anaeróbico también acelera nuestro metabolismo, quemando grasa incluso hasta 24 horas después de haber terminado de entrenar para la recuperación del músculo
Como resumen, la mayoría de expertos coinciden en combinar ambos tipos para tener un estado de salud óptimo y mejorar nuestro rendimiento, ya que ambos sistemas se complementan y no es posible progresar en uno sin una buena base del otro. Técnicamente, el organismo dispone de tres sistemas para convertir el alimento en energía; el aeróbico, el anaeróbico láctico y el anaeróbico aláctico y los tres se combinan en la realización del ejercicio físico, con mayor o menor predominancia de uno de ellos según el tipo de esfuerzo. No es posible activarlos de manera aislada pues siempre trabajan simultáneamente, lo cual nos da una idea de la importancia de trabajar todos ellos adecuadamente